J. Miguel Pinilla
Hacia 1980, J. Miguel Pinilla y Javier Peña, ambos arquitectos aragoneses, se encaminan profesionalmente hacia la restauración de la arquitectura aragonesa y a la elaboración de catálogos monumentales de los municipios en los que elaboran planeamiento urbano. Como consecuencia de ello averiguan que, entre los edificios mudéjares cuya construcción se atribuye a una fecha concreta, muchos de ellos presentan evidencias de que fueron construidos en un dilatado período de tiempo, y que alguno de sus elementos primordiales, como las torres, ya existían con bastante anterioridad.
Ambos arquitectos, estudiando la planta y alzados de numerosos edificios, relacionan el emplazamiento extraño de los campanarios en relación con la iglesia que acompañan, la falta de documentación fiable sobre su construcción, y la concordancia de repertorios decorativos, unido a lo ya estudiado por Íñiguez, para proponer el retraso de su datación hasta el s. XI, durante la taifa de Saraqusta. Esta datación, además, explica de forma satisfactoria el nacimiento del arte mudéjar en el s. XIII como una prolongación del anterior, y enlaza de forma inequívoca con el arte Persa, aunque entonces pareciese extraño y exótico.